El vino es un alimento vivo que obtenemos aplicando todo nuestro esfuerzo y nuestro buen saber hacer a partir de un producto tan natural como la vid. Una vez que se recoge la uva, es fundamental conocer a fondo el proceso de elaboración del vino y contar con la experiencia adecuada para poder desarrollar un gran vino. Sin embargo, el trabajo enológico comienza ya en los cultivos, donde es imprescindible obtener primero una excelente materia prima con la que comenzar los procesos de vinificación. Y para ello, el único camino posible es mimar al viñedo para obtener los mejores frutos. Un camino que implica cuidar a las cepas para que estas obtengan de medio todos los nutrientes que necesitan y, además, protegerla contra el posible ataque de agentes externos; bien de tipo climático, como el exceso de agua o las sequías; o bien de tipo biológico, en forma de plagas de insectos, bacterias, hongos y otros microorganismos.
Ahondando en este último aspecto, hoy queremos conocer un poco mejor qué es el oídio de la vid, ya que se trata de una de las enfermedades más típicas a las que puede enfrentarse cualquier viñedo. Para ello, veremos en qué consiste esta enfermedad de la vid, cuáles son los principales síntomas que nos ayudarán a identificar el ataque del oídio en los cultivos y qué factores pueden contribuir a que se desarrolle esta enfermedad. Y para finalizar, veremos también algunas medidas que podemos tomar para combatir el oídio y que las vides se desarrollen correctamente.
¿Qué es el oídio de la vid y en qué consiste esta enfermedad?
El oídio de la vid es una enfermedad de tipo fúngica que se da habitualmente en viñedos de todo el mundo. Este oídio está originado principalmente por un hongo en concreto, conocido como Uncinula necator.
El oído en sí consiste en el ataque de este hongo a las partes verdes de la planta de la vid, sobre todo a las hojas, pero también a los racimos de uvas con las que después se elaborará el vino. Así, el oído, si bien no suele resultar mortal para las vides, sí que puede llegar a perjudicar en gran medida a la planta y a la producción de uva: tanto en su calidad como en su cantidad. Algo que, de no ser remediado por los responsables del viñedo, puede llegar a repercutir negativamente en las propiedades del vino que se elabore con las uvas atacadas por el oídio.
Una de las principales características del ataque de este hongo es la aparición de manchas blancas en las cepas, las hojas y los racimos de la vid. Por ello, el oídio ha sido conocido tradicionalmente por nombres más populares como “ceniza”, “cenicilla” o “polvillo”. Cuando la afección por oídio se agrava, las hojas y los racimos pueden terminar por tornase de color marrón y, finalmente, acaban desprendiéndose de la planta.
A continuación, veremos este y otros síntomas que pueden alertarnos de la presencia del oídio en el viñedo.
¿Cuáles son los principales síntomas del oídio de la vid?
La detección temprana del oídio en los viñedos es fundamental para poder tratarlos adecuadamente y minimizar su efecto sobre las uvas. También para ajustar el trabajo enológico de cara a mitigar los posibles efectos indeseados del oídio en el vino una vez elaborado.
Así pues, los principales síntomas más comunes provocados por una afección del oídio serían estos:
- La aparición de manchas blanquecinas en las partes verdes de la planta, tales como las hojas, los racimos de uva, los brotes o los tallos. Estas constituyen uno de los síntomas más tempranos de la aparición del oídio, tras ser alcanzada la planta por las esporas del hongo Uncinula necator.
- Según va avanzando la infección por oídio, las manchas blancas crecen, se intensifican y ganan densidad.
- En los estadios más avanzados, el oídio puede llegar a provocar que las hojas se sequen, adquiriendo una tonalidad marrón. Si no hay tratamiento, esto puede llegar a reproducirse también en los racimos de uva, que se van encogiendo progresivamente hasta terminar secándose también.
- En las últimas fases del ataque del oídio, se puede producir la caída de las hojas secas y de los racimos de uva.
Variedades de uva más proclives a sufrir el oídio de la vid
Existen diferentes factores que pueden influir en que haya más probabilidades de que el oídio ataque a los viñedos. Algunos de ellos son factores externos, como veremos en el siguiente punto. Pero uno de los factores más determinantes va a ser el de las propias variedades de uva que se cultiven, ya que algunas variedades son más frágiles que otras respecto al ataque de este hongo.
Así pues, algunas de las variedades de uva más sensibles al ataque del oídio serían la Chardonnay, la Pinot Noir, la Sauvignon Blanc, la Cabernet Sauvignon, la Merlot, la Syrah, la Garnacha, la Tempranillo, la Malbec o la Sangiovese.
Otros factores determinantes para el desarrollo del oídio en la vid
Más allá de la sensibilidad al oídio que muestre la variedad de uva que cultivemos en cada caso, la aparición del hongo en los viñedos puede verse favorecida también por otros factores ambientales.
Algunos de ellos serían estos:
- Las condiciones climáticas propias de la geografía en la que se enclavan los viñedos. En general, un clima húmedo y con temperaturas moderadas o cálidas puede favorecer la aparición del oídio en los cultivos.
- La densidad de plantación de los cultivos. A mayor densidad de los cultivos, mayor probabilidades de que se desarrolle el oídio. La mayor cercanía entre las cepas dificulta una correcta circulación del aire entre las plantas. Esta mala ventilación hace que sea más fácil que las esporas del hongo que provoca el oídio se depositen sobre las hojas de las plantas.
- Una poda insuficiente de las vides. En la misma dirección, la falta de poda también dificulta la ventilación y ofrece una mayor superficie a las esporas sobre la que desarrollarse.
- La calidad del terruño. Un suelo pobre en nutrientes también puede contribuir de forma notable a la propagación del oídio, en tanto que debilitan la resistencia natural de la vid al ataque del hongo.
¿Cómo puede combatirse el oído de la vid?
Por último y en base a lo que hemos aprendido anteriormente, podemos desarrollar una pequeña lista de medidas a tomar de cara a prevenir el oídio, así como para combatir su posible ataque a los viñedos.
Así, en general, deberemos tener en cuenta estos puntos:
- En primer lugar, deberemos realizar un monitoreo constante y periodico de las condiciones generales del viñedo, de cara a detectar los posibles síntomas de la aparición del oídio en la fase más temprana posible. Examinando periódicamente las hojas de las vides, podremos valorar la aplicación de las oportunas medidas fitosanitarias que sean necesarias para frenar la proliferación de la enfermedad.
- Realizar trabajos de poda adecuados para reducir la densidad del viñedo y favorecer la circulación del aire a su través, con el objetivo de dificultar el que las esporas del hongo Uncinula necator aterricen sobre las hojas de las plantas. Además, en el caso de que la planta ya esté afectada por el oídio, la poda contribuye a controlar su proliferación, al retirar las hojas más afectadas por la enfermedad.
- Tratar adecuadamente el terruño, cuidando el suelo para evitar las condiciones que hemos visto que contribuyen al desarrollo de la enfermedad. Según cada caso concreto y las condiciones de composición iniciales del suelo, pueden ser necesarias ciertas labores de fertilización, de control de la humedad, etc.
- Uso de fungicidas o de tratamientos biológicos equivalentes. Cuando sea necesario, puede resultar interesante el uso de productos fungicidas para prevenir o tratar el ataque del oídio. También es posible emplear otro tipo de tratamientos de tipo biológico de cara a conseguir resultados, como el uso de extractos de otras plantas, etc.
- Y finalmente, si las condiciones del terruño y del clima del lugar de cultivo son especialmente favorecedoras para la aparición del oídio, quizá la mejor opción sea comenzar por emplear variedades de uva más resistentes al hongo que genera la enfermedad, siempre y cuando esto nos resulte interesante también desde un punto de vista enológico. Algunas de estas variedades podrían ser la Albariño, la Tinta Amarela, la Pinotage o la Touriga Nacional.
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