¿Qué es un vino Crianza? Un vino de crianza es aquel vino que ha pasado por un proceso de envejecimiento concreto durante su proceso de elaboración. En el caso de los vinos tranquilos, esta crianza suele desarrollarse en dos fases: una primera etapa en la que el vino se deposita en barricas de madera de roble terminada la fermentación; seguida de un período posterior de permanencia en botella, en condiciones ambientales controladas de temperatura, humedad e iluminación.
En muchos países del mundo, el principal criterio de clasificación de los vinos tintos, blancos y rosados suele ser hacer referencia a la variedad o variedades de uva empleadas para su elaboración. En los países europeos de largas tradiciones vinícolas similares a la nuestra, como es el caso de Francia o de Italia, muchas veces se atiende a los lugares concretos donde se encuentran los pagos a partir de los cuales se producen los vinos. En España, a diferencia de estas otras formas de clasificación de los vinos que podemos encontrar en diferentes partes del mundo, la forma de categorización del vino más amplia hace referencia a los tiempos de maduración de los mismos. Así, en la mayor parte de las 96 denominaciones de origen de nuestro país en las que se elaboran tintos, blancos y rosados, podemos encontrar vinos jóvenes, vinos Crianza y vinos Reserva y Gran Reserva. Para entender bien qué es un vino de crianza, hoy dedicaremos unos minutos a conocer cuáles son las principales características de estos tipos de vino en función de su proceso de envejecimiento. También descubriremos la influencia que tiene este proceso de crianza a la hora de determinar la personalidad y las características organolépticas del Marqués del Atrio Crianza, un vino de la Denominación de Origen Calificada Rioja, tierra por excelencia de los grandes vinos Crianza, Reserva y Grandes Reserva de nuestro país.
Clasificación de los vinos según su tiempo de crianza
Como ya sabemos, después de los trabajos de vendimia y de la extracción del mosto, este es llevado a los depósitos de fermentación, donde tiene lugar la transformación del zumo de la uva en vino. Este proceso se debe a la acción de las levaduras, que consumen el azúcar naturalmente presente en las bayas para producir alcohol etílico y dióxido de carbono. Aunque los pormenores de esta fermentación variarán en función del tipo de vino a elaborar: tinto, blanco o rosado, a partir de este momento ya podemos decir que tenemos vino. Sin embargo, en la mayor parte de los casos todavía nos quedará un largo proceso hasta que este vino desarrolle todos los matices de color, aroma, sabor y textura que tendrá el producto final una vez que llega a nuestra copa. Estos matices y esta complejidad vendrán dados al vino por su proceso de envejecimiento o de crianza. Un proceso que es cambiante para los diferentes vinos que se elaboran en nuestro país, según los criterios que define cada Consejo Regulador de cada Denominación de Origen. Para nuestro caso concreto, hoy nos centraremos en la clasificación de los diferentes vinos según su envejecimiento atendiendo a las pautas que se certifican en la Denominación de Origen Calificada Rioja. Así, podremos hablar de vinos genéricos, Crianza, Reserva y Gran Reserva. Pero en concreto, en el artículo de hoy nos centraremos en las características y propiedades de los vinos Crianza, que detallaremos a continuación.
Vinos Crianza
En el caso de los vinos tintos Crianza de la DOCa Rioja, estos deben pasar por un tiempo de envejecimiento mínimo de dos años, con al menos uno de ellos en barricas de roble de 225 litros de capacidad (barrica bordelesa). En el caso de los blancos y los rosados, el tiempo mínimo de paso por barrica se reduce a 6 meses. Durante este período, la barrica ofrece permite el contacto del vino con la madera y un cierto grado de microoxigenación que permite una oxidación muy lenta y controlada del vino. Estos dos factores hacen que las características organolépticas del vino se modifiquen, desarrollando aromas mucho más complejos y sutiles, los llamados aromas terciarios del vino: tostados, aromas a madera, a especias… Sin embargo, no se pierden por completo en estos vinos los matices florales y frutales de los vinos jóvenes.
Por otra parte, el color del vino también cambia, perdiendo cierto brillo y esos reflejos violáceos con respecto a los jóvenes. Así, los vinos tintos de crianza suelen caracterizarse por un rojo cereza intenso y profundo. En el caso de los blancos, estos evolucionan hacia matices más dorados.
En cuanto a los sabores y la textura de los vinos de crianza, este suele ser mucho más equilibrado y estructurado, con algo más de cuerpo y con taninos aterciopelados y elegantes. Lo que solemos definir como vinos redondos.
Marqués del Atrio Crianza DOCa Rioja: un tinto de Rioja maduro, elegante y armonioso, perfecto para cualquier ocasión
Como vemos, la crianza de un vino es fundamental para determinar sus características organolépticas, ese conjunto de cualidades que definen su aroma, su sabor, su color y su textura. En este sentido, podemos decir que los vinos Crianza presentan el equilibrio perfecto entre la exuberancia aromática y el frescor de los vinos jóvenes; y la gran complejidad aromática y el volumen de los vinos Reserva y Gran Reserva. Son así, los vinos Crianza, vinos perfectos para disfrutar en cualquier ocasión, en los que se pueden apreciar al mismo nivel los aromas primarios, secundarios y terciarios del vino, sin que ninguno de ellos quite protagonismo al resto.
Para adentrarnos a conocer todos los encantos de los grandes vinos de crianza, nada mejor que empezar por los vinos de crianza de la Denominación de Origen Calificada Rioja que, como ya adelantamos, es la principal referencia histórica absoluta en nuestro país en lo que a la crianza de los vinos se refiere. Y entre ellos, qué mejor que el vino Marqués del Atrio Crianza DOCa Rioja, un vino elaborado a partir de las variedades Tempranillo y Graciano, procedentes de la vendimia de parcelas situadas a entre 300 m y 600 m de altitud en la privilegiada zona de Mendavia. Su baja productividad permite elaborar un vino concentrado y aromático. Para ello, las bayas enteras se dejan macerar durante entre 15 y 20 días, mientras se realizan remontados diarios. Tras la fermentación a temperatura controlada, este Marqués del Atrio Crianza se deja envejecer durante entre 12 y 14 meses en barricas de roble francés y americano, permitiendo el desarrollo de toda su complejidad aromática. Un vino de color rojo picota intenso, que recuerda a frutos rojos maduros, a ciruelas pasas, a regaliz o a especias. De taninos bien definidos y equilibrados, es un vino con buen cuerpo y final largo, en el que destacan los matices tostados y de fruta madura. Un tinto crianza de la Denominación de Origen Calificada Rioja ideal para disfrutar con carnes a la brasa, quesos semicurados o charcutería.
Deja una respuesta